relaciones

Tus sentimientos, las energías vivas que se perciben en tu cuerpo en este momento, no fueron 'causadas' por alguien más, y tampoco son algo que alguien más pueda retirarlas. Nadie es responsable de tus sentimientos. La comprensión de esto puede dar término, de una vez por todas, al juego de la culpabilidad.

Sí, los demás pueden desencadenar dolor y tristeza en ti, ellos podrían ser contribuyentes en el campo en donde tu viejo y aún no resuelto dolor puede re-emerger, sin embargo, no tienen la capacidad para hacerte sentir como te sientes. Nadie puede hacerte feliz, nadie puede hacerte infeliz. Tan sólo estás siendo invitado, incesantemente, a encontrarte con todo aquello que no has enfrentado en ti mismo, a ponerte en contacto con aquello que nunca quisiste contactar dentro de ti, a explorar el campo.

Hacer a los demás responsables de cómo nos sentimos es el comienzo de toda la violencia, tanto interna como externa, de todos los conflictos y, ultimadamente, de todas las guerras que hay entre naciones.

No responsabilices a nadie en este asunto. Honra lo que está vivo en ti en este momento. Aprende a aceptar tus propios sentimientos como si fueran tus hijos queridos, sin importar la intensidad con la que ardan y clamen por atención. Celebra la vivacidad de tu herida, la vitalidad de tu decepción, la electricidad de tu tristeza. Arrodíllate ante el poder de tu enojo, honra su ardiente creatividad.

Desde este sitio de profunda aceptación, no te conviertes en alguien pasivo o débil. Todo lo contrario. Simplemente entras al mundo desde un lugar de no violencia, y por lo tanto, con un inmenso poder creativo, abierto a la posibilidad de escuchar honestamente, de dialogar con toda sinceridad, y con la posibilidad de cambios inesperados.

En el sufrimiento te empequeñeces. En el amor... todo es posible.

- Jeff Foster


Jeff Foster
Jeff Foster se graduó en astrofísica por la Universidad de Cambridge. Diversos acontecimientos lo llevaron a emprender una intensa búsqueda espiritual de dos años que culminó en el descubrimiento de que no había nada que encontrar. Actualmente, escribe y da conferencias sobre lo que algunas personas han calificado como “no dualidad” y a lo que él se refiere simplemente como “lo absolutamente obvio”.

Su obra más aclamada es La más profunda aceptación, un despertar radical en la vida ordinaria.

La armadura que nos hemos puesto para protegernos de una plena experiencia de la vida se llama «yo individual», pero en realidad no nos protege de nada, solo nos mantiene cómodamente anestesiados.

El despertar espiritual –el darnos cuenta de que no somos quienes creemos ser– es la respuesta a esta problema básico de la humanidad. Pocas veces este trascendente verdad ha sido expuesta con la claridad que Jeff Foster nos la transmite en este libro. Todos nuestros problemas, todo nuestro sufrimiento y nuestros conflictos, tanto personales como globales, se derivan de un problema básico: la ignorancia de quiénes somos realmente.

Hemos olvidado que somos inseparables de la vida y, como consecuencia, hemo empezado a temerla, y ese miedo nos ha hecho entrar en guerra con ella de maneras diversas. Hemos empleado nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestras emociones y nuestros cuerpos para combatir lo único real, que el el momento presente. Y al intentar protegernos del dolor, el miedo, la tristeza, el malestar, el fracaso... de todas aquellas partes de la vida que se nos ha condicionado a creer como malas, hemos dejado de estar verdaderamente vivos.


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