
Hoy quiero hablar de un ser grande, poderoso, amoroso, verde, activista, feminista... la Mujer Árbol Wangari Maathai y su imparable Movimiento Cinturón Verde.
La imagen que he elegido para encabezar esta historia forma parte del Calendario de Mujeres Sabias, de Elena Caballero, donde la ilustradora hace un homenaje a diferentes mujeres que dejan y han dejado su huella de sabiduría en el mundo. Elena titula el mes de Wangari: "La Sabia es Guardiana de la Vida" y eso fue sin duda la Mujer Árbol, una Sabia Guardiana de la Vida.
Wangari, bióloga, doctorada en ciencias, ecologista y militante activa del consejo nacional de Mujeres de Kenia, que llegó a presidir durante la década de los 80, dedicó la mayor parte de su vida a a luchar contra la deforestación y las extremas condiciones de pobreza en las que vivían las mujeres de su país.
Bajo la idea de que "no podemos quedarnos sentadas a ver cómo se mueren nuestros hijos de hambre", promovió la creación del movimiento Cinturón Verde, un programa que inició sus actividades en 1976 y cuyo objetivo se ha centrado desde entonces en la plantación de árboles como recurso para la mejora de las condiciones de vida de la población. El programa está destinado y protagonizado fundamentalmente por mujeres.
El Movimiento Cinturón Verde (Green Belt Movement) nació en colaboración con el Consejo Nacional de Mujeres de Kenia (NCWK), con la misión de proteger el medio ambiente a través del papel protagonista de la mujer africana y su entorno familiar, ofreciendo iniciativas y condiciones de vida sostenibles para ellas.


Desde su creación, Cinturón Verde ha plantado más de 50 millones de árboles en Kenia Tanzania, Uganda, Malawi, Etiopía y Zimbabwe, paises que han imitado con éxito este movimiento social y ambiental de Kenia y que ha facilitado además, la formación de miles de mujeres para que puedan conseguir ingresos a partir de la silvicultura y la apicultura, mediante una red de más de 4.000 grupos comunitarios.

Nacida en Kenia en 1940, Wangari Maathai, de la etnia Kikuyu, fue la primera mujer en África Central y Oriental en obtener un título de doctorado y la primera en recibir el premio Nobel de la Paz, en 2004 .
A Maathai le dieron la noticia del Nobel mientras estaba trabajando en Nyeri, su localidad natal, una ciudad situada a 150 kilómetros de Nairobi, en un enclave privilegiado: frente al monte Kenia, el segundo pico más alto de África, y junto a la sierra de Aberdares. Para celebrarlo, Wangari plantó un árbol allí mismo.
"Las montañas han sido fuente de inspiración a lo largo de la historia. Para la gente que vive cerca del monte Kenia, ésa es su montaña, incluso creen que Dios vive allí. Cuando yo la contemplo siento como si me mirara y me dijera: me están violando; sé que desde la distancia todo parece muy tranquilo, pero mis árboles están siendo cortados, mi nieve se derrite, mis ríos se vacían, no tengo nada que ofrecer; ¿no puedes hacer algo?".
Su dedicación a las causas en defensa de la mujer y del medio ambiente para mejorar la calidad de vida de sus semejantes le hizo merecer el sobrenombre de "Mujer Árbol" (Tree Woman).
"Siempre me pareció que nuestro trabajo no era sólo plantar árboles. Era animar a la gente a que se hicieran cargo de su medio ambiente, de su sistema político, de sus vidas y de su futuro".
La voz de Wangari Maathai se alzó en foros internacionales, defendiendo los bosques, el empoderamiento de las mujeres y los derechos humanos.
Wangari introdujo la filosofía de una comunidad ligada a los árboles, desarrollando la idea de una organización de base, cuyo principal objetivo fuera la reducción de la pobreza y la conservación del medio ambiente a través de la plantación de árboles.
Su forma de actuar única ha contribuido a prestar atención a la opresión política, nacional e internacionalmente, y ha sido pozo de inspiración para muchos en la lucha por los derechos democráticos, pero especialmente ha alentado a las mujeres a mejorar su situación, resquebrajando el poder establecido y facilitando la apertura democrática de su país.
Su lucha no fue fácil, fue golpeada en repetidas ocasiones, incluso llegó a estar encarcelada, acosada y públicamente vilipendiada por el régimen de Moi en Kenia en los últimos años. Sin embargo llegó a la política como diputada del Parlamento y años más tarde como asesora del ministerio de medio ambiente.
Pero no sólo trabajó en Kenia, también en otros países africanos como Etiopía o Congo.
"En el mundo hay una nueva fuerza colectiva que moviliza a las personas por la paz. Es necesario que se vincule ese movimiento con la protección el medio ambiente y que esta visión colectiva no sólo sea para nuestro país sino también para toda África"
Activista incansable en buscar formas de llevar su mensaje, creó junto a otras seis mujeres premiadas, la Iniciativa de Mujeres Nobel en 2006. Un curriculum imparable para promocionar la protección de los bosques.
Wangari y su Movimiento de Cinturón Verde es uno de los mejores ejemplos de cómo las comunidades locales pueden integrar mitigación y adaptación para luchar contra el cambio climático. Ella lo sabía: la revolución energética es posible y tiene que ser, además, verde.
Para Wangari, los árboles eran símbolos de paz y de esperanza. "Cuando plantamos árboles, plantamos las semillas de la paz y las semillas de la esperanza" decía. Seguro que desde su muerte, en 2011, Año Internacional de los Bosques, la Mujer Árbol sigue cuidando todo lo que contribuyó a plantar.
En mayo de 2018 fue plantada una higuera en el Real Jardín Botánico de Madrid en honor a Wangari. La higuera es el árbol sagrado de los kikuyus, un lugar de reunión. Las viejas higueras en Kenia han permanecido hasta hoy como símbolo de fuerza y firmeza. Sus troncos llegan a alcanzar un perímetro de varios metros y sus coronas pueden parecer un tejado cubierto. En muchos lugares marcan el dentro de la vida del pueblo, la plaza del mercado, el lugar donde se celebran los consejos municipales. Quizá eso sea Wangari, una gran higuera que sigue dando frutos de Vida, Paz y Prosperidad y Esperanza.
(FUENTES: Eco Inteligencia/ Global Humanitaria/ Green Peace/ el País/ Biografías y Vidas)
Su libro: "Devolver la abundancia a la tierra. Valores espirituales para sanarnos a nosotros mismos y al mundo" AQUÍ, o haciendo clic en la imagen
Una apasionada llamada a la acción para sanar las heridas de nuestro planeta y para sanarnos los seres humanos, a través de los principios de nuestras tradiciones espirituales, de una mujer laureada con el premio Nobel de la Paz.
En nuestro mundo moderno es muy fácil sentirse desconectado de la Tierra física. A pesar de las advertencias directas y de la creciente preocupación por el estado de nuestro planeta, muchas personas no están al corriente de lo que ocurre en el mundo natural.
La autora trabajó durante muchos años con el Movimiento Cinturón Verde para ayudar a las mujeres de la Kenia rural a plantar y mantener millones de árboles. Metiéndose de lleno en la acción con la Tierra, estas mujeres suelen sentirse de pronto fortalecidas y comprometidas con esta situación, de un modo que nunca antes habían experimentado.
Wangari quiso transmitir ese sentimiento a todo el mundo, puesto que consideraba que la clave se halla en los valores espirituales tradicionales: amor por el entorno, mejora personal, gratitud y respeto, así como compromiso con el servicio. Aunque fue educada en la tradición cristiana, se sintió inspirada por muchas tradiciones religiosas, y celebró el mandato judío de tikkum olam (repara el mundo), al mismo tiempo que renovó el término japonés mottainai (no derroches). Consideraba que, mediante una nueva consagración a estos valores, finalmente podremos sanarnos a nosotros mismos y al planeta.
-La Búha Marga, Terapia Chamánica-
